viernes, 25 de noviembre de 2011

Vómito


Y decidí agarrar la bicicleta
Con la patología nostálgica de Ray Davis diagnosticada en mis oídos
Aunque un tanto mas optimista a lo que debía estar.
Con el semáforo en verde la muerte me dio a entender que las horas que estoy durmiendo
Aun no le son suficientes.
Ellos dieron vuelta el paquete de Marlboros y creyeron así ahuyentarse visualmente del tumor.
Mi amiga dijo algo acerca de que yo estaba distinto
Pero las posturas faciales parecían posar para una sesión de fotos con la “NENA  MUDA”
Intercambiando palabras entre mudos.
Resucite mi teoría acerca de que las personas de ligero parecido físico coinciden también
En su forma de ser embutida en una primera percepción.
Y en la segunda también.
Los niños caían al precipicio
Y el guardián se había ido a comprar algo para drogarse
A la vez que todos los asesinos habían soñado un poco mas de fama al comprar el libro.
Entonces ahora yo estaba en el centeno.
Mi amiga cerró la puerta y repitió lo mismo
Así que ni me preocupe por darle forma al poema que conducía mi ser
Ni en agradarle a las FORMAS  del estándar
Ni en la basura del canon literario.
Entonces ellos siguieron hablando acerca de las cosas que creen haber creído
Y decidí ponerme a mirar al gato.
Ellos seguían resbalando en la verborragia
Mientras le suplicaba a la cerveza que me desgracie un tanto más mis cuerdas.
Me puse a espiar por la cerradura de mi propio cerebro embadurnado de engrudo
Sin prestarle atención a las larvas que crecían en evidencias pálidas
Como la funda de un espejo sin aliento.
Había un lanzamiento de cohetes con tripulación de los días venideros
Mientras yo seguía espiando.
Ellos comentaron algo sobre el sexo potenciado en la edad
y entonces pensé es la necesidad de la necesidad de confundir  cinco años en tres meses
y probablemente mi rechazo a la matemática
Tomo forma de liendres en la cabeza de mi amiga que había dicho “estas tan enamorado”
Queriendo meter sus insectos en la parte externa y maquillada de mi cerebro lleno de engrudo.
Supe de la madrugada mojada y me anticipe a los bocetos de la muerte otra vez mas con el
Semáforo en verde,
La mire y telepáticamente le dije: “no te quiero sentada en uno de los sillones de la sala de
Recepción de la casa de sepelios. Levanta tu culo de ahí y aprecia el hueco sin fondo lleno de
Mariposas que hay en el ataúd que lleva mi nombre”.

Me había colado por el odio una pastilla anti-melancolía porque sabía que Ray Davis me
Arrastraría en bicicleta hasta el departamento otra vez.
Probablemente ellos ya no tendrían su ropa puesta.
Las liebres que corrían ligeramente por avenida  uno obtuvieron el galardón
De los “dardos de vhi”
Que lanzaban los cuerpos enfundados de negro en el rostro y sin funda en la cabeza.
¿Quién se la pego a quien?
Ellos seguramente ya habían logrado la unión sin importarles caer en la trampa.
Entonces quebré el límite custodiado de la puerta en el departamento y comencé a escribir.

Vomité


martes, 1 de noviembre de 2011

Sacuden, sacuden sus alas los negros pájaros del rito!


Sacuden, sacuden sus alas los negros pájaros del rito!
Luego de animar la materia muerta del síndrome
De profanar el epitafio de la tumba del dios con acido pis,
Hemos ingresado.

Aquellos cuervos solían jadear fúnebres,
Nos parpadeaban al unisonó la señal lúgubre  
Mientras el aparato psíquico surgía  florecido en fuegos
 En la alegoría tuerta y manca de la mente.

Con los pies, secos de la humillación
Las encías hinchadas, aumentadas por la sequia
Repitiendo en funciones cuadráticas el aliento de los cadáveres
Que expulsando el tiempo hacia atrás, hemos ingerido.

Los hemos oído.

Cuando el griterío desafinado de aves sucedió, pactamos.
Alineamos en una ronda frontal a la esfera caliente
Y recitamos los mantras para la sanación ascética del solsticio que crecía 
 en la entrometida madrugada aterciopelada
Bajo el designio insoslayable de las casas astrales,

Hemos dado con.

Hemos atravesado el magnetismo invisible de la frontera,
Y realmente nos hemos adentrado.

La certificación absoluta ante los custodios de la eternidad,
La idea de diversión ante la primera tormenta del estío, irresoluta
Tibia, desesperadamente ansiosa y leve.

Descaradamente hemos bebido,

Coloreando de líquido los mandalas de la sed en la inauguración del llanto,
Detrás de la senda de huellas de animales mitológicos  desaparecidos,
Registrados,
Irreprochablemente, nos hemos inducido.

El atardecer resulta ser a solo un kilometro,
Siempre conduciendo en direcciones siempre venideras
Para anestesiar el toxico de la influencia del sol sin sombra,
Del djavu  tautológico del imperio matinal.

Seguimos, entonces, caminando.

Los demonios del norte amparan la bahía gestando sus armas desde el horizonte,
Cuando todo parece estar escrito en las alucinaciones
Y La apuesta del oráculo debe deteriorarse ante la voluntad,
Solo queda flotando un solo color,

Y, créeme,
Aun no hemos concurrido al último tramo,
No aun,
Solo nos estamos adentrando.

El último descanso es el más  significante.

Urano se presenta con anomalías físicas de nacimiento,
La diosa, su madre, no promete más que la unión de las células estrelladas de su hijo,
Esparcidas, otorgantes de símbolos luminosos en la noche acéfala,
En la culpa de la ausencia de cerebro nocturno que siente el novilunio.

Hemos terminado de entrar,
Y entre nosotros,
La diferencia entre el beso que se le da a un amante y el que se le da a un conocido.

Hemos cesado de ingresar,
Los pájaros
Los muertos,
Los gritos,
Los cuervos,
Los mitos,
Los cuentos,
Mi rostro esperando la fotografía de recuerdo en el hueco vacante del novilunio,
El secreto.

Sacuden, sacuden sus alas frenéticas los negros pájaros del rito!
Hemos llegado a mi ciudad natal.

Hay ruidos,
Es cierto.